domingo, 3 de julio de 2016

Después de todo

                Qué más da que la nada fuera nada
                si más nada será, después de todo,
                 después de tanto todo para nada.

                                                                                José Hierro


Porque ya tantas veces triunfó el lodo
sobre la rosa frágil, la mirada
descubre en su indolencia una coartada
cuando vuelve la vista, un acomodo.

Con tal resignación que al decir “todo”
adivina que el eco dice “nada”,
sin ver que lo nombrado, en paz confiada,
con fuerza, ha de existir después de todo.

Quiero salvar la fe en algún recodo
del alma que un día estuvo enamorada,
de que tuvo la nave singladura.

Quizás hay que aferrarse a la ternura
y no aceptar decir de ningún modo:

“Después de todo, todo ha sido nada”.

jueves, 19 de marzo de 2015

La garra del tiempo


Conozco el sabor exacto de la tarde,
el olor fijo de los recuerdos.
Escucho los silbidos
de las estaciones que pasan,
el invierno que aúlla en el tren que se esfuma
hacia alguna parte que no existe
que parece fría, blanca.
hermosa.
El otoño que adormece,
la solapada luz que vence mis ojos.
La primavera me susurra
algo en el aire que augura historias,
imagina amores, ciclos repetidos,
sustos del corazón que más tarde marchitan
con el calor de un verano ineludible.

Conozco el tono exacto de los minutos,
las fracciones de los días.
Sé de sonidos que pertenecen al tiempo,
voces que son como de siempre,
de las tardes, las noches,
que parecen conocidas,
voces de atardeceres estáticos
que se repiten hasta el infinito
y llegan dispuestas a mi oído.

Hay un extraño rigor en todos mis sentidos
que conocen el ritmo exacto,
la cadencia de todo lo que pasa,
el olor de lo que acaba.

Conozco este minuto que termina
siento el peso exacto y la textura
de la garra del tiempo.


lunes, 8 de abril de 2013



     
 Habitante del siglo



Cuando de una mujer
- habitante aún incómoda del siglo -
se habla
o desconocen donde van sus pasos,
quizá esté descubriendo alguna alquimia
algún camino nuevo
u otra forma de amar.
No la perdonarán las lenguas
ni saldrá en ningún libro
no aportará nada ni al mundo ni a los hombres
a la evolución, a la especie.
Pero ay, si la leyeran,
tal vez sabrían de las cuerdas
en que vibran sus nervios,
de los tejidos de la soledad,
o la estructura del amor,
de la incomodidad del siglo.
Tal vez, señores, esté escribiendo algún poema
y un día quizás, la reconozcan.


sábado, 30 de marzo de 2013






Elogio del nombre
 
Uno sale a la calle y se encuentra tu nombre.
Cuando algún transeúnte de repente
lo sopla en mis oídos.
(quién sabrá si de veras lo menciona
o es el eco de haberlo oído tanto)
una guerra de fibras invisibles
estallará en alguna parte:
millones de cometas se posarán en tu sonrisa
delatores, culpables, juguetones
que harán como de luz a mi torpeza
evidenciándola
y a la vez volviendo a tu luz propia.

En los atascos se juega con tu nombre
y en los bares coquetean.
En las orillas se desnudan de ti, por supuesto con tu nombre.
Copulan inconscientes con la nada
perdidos, sin saberlo, en tu inocencia.

En los barrios se habla de tu nombre,
juegan con él los niños en la calle,
se hace rumor entre vecinos
que sin querer te exaltan.

Y yo que no iba a escribir poemas
me sorprendo perdida en los atascos
desnudándome seguro de tu nombre
copulando sin saberlo con la nada
jugando con los niños en la calle
coqueteando sin querer con tu inocencia
con tus rumores
casi con la soledad.


El reto


Yo quiero darte un beso sorpresivo
que llegue hasta tu boca sigiloso,
perdido e inocente, cariñoso,
desenfadado, corto, casi esquivo.

Como un roce espontáneo, decisivo
(en pacto no acordado y amistoso)
que palpe tu mejilla, y temeroso
se esconda en algún punto suspensivo

que esconda mi inocencia mentirosa,
fingidora de azares en tu boca,
y acalle tu mirada sorprendida.

Pues aunque en mi deseo, comedida
una idea traidora se desboca:
el reto de tu boca deliciosa.